23/2/14

EL PASO DEL NOROESTE. (NORTHWEST PASSAGE). EXPEDICIÓN DE JOHN ROSS. WILLIAM EDWARD PARRY "TERCER VIAJE PARA EL DESCUBRIMIENTO DE UN PASO POR EL NOROESTE". El Hecla y el Fury. LA EXPEDICIÓN PERDIDA DE JOHN FRANKLIN.


Dícese que el  Paso del Noroeste es el nombre con el que se conoce la ruta marítima que bordea Norteamérica por el norte, atravesando el océano Ártico y conectando el océano Atlántico y el océano Pacífico. 






La lectura de un pequeño libro, relato de una de estas exploraciones, me ha sugerido esta entrada. Se trata de "Tercer viaje para el descubrimiento de un paso por el Noroeste" de William E. Parry.
El libro de páginas amarillentas y áspera textura de la editorial Espasa Calpe (col. Austral, 1967), tiene su encanto y motiva a indagar más sobre estas extraordinarias exploraciones.




Varios han sido los exploradores que se han adentrado en tan ignotas regiones. Veamos algunos de ellos.
 
John Ross: 
El contraalmirante inglés, parte a bordo de dos balleneros Isabella  y Alexander  que se ha equipado y reforzado para la navegación en las regiones polares.
Emprenden la odisea de encontrar un paso por el Noroeste haciéndose a la mar el 18 de abril de 1818. 


El contraalmirante John Ross.

La expedición está al mando de Ross y del teniente de navío William Edward Parry. 
Cruzan el extremo sur de Groenlandia y penetran en el estrecho de Davis, después de recorrer el norte de la bahía de Baffin,  el canal de Lancaster y el estrecho de Cumberland, hasta encontrarse con una impenetrable muralla de hielo y nieve, por lo que deciden regresar a Inglaterra.





En 1833 realiza otro viaje con el Victory, equipado con todo el instrumental de la época y víveres para resistir  tres años. En esta ocasión se dirigen hacia el sur entrando en la ensenada del Prínce Regent. Invernan 2 años en el lugar  donde el barco queda aprisionado por el hielo. En este tiempo sitúan el polo norte magnético en 70º 07'N. En el tercer invierno pierden el Victory, prosiguiendo la exploración con los botes. A punto de morir son salvados por el ballenero Isabella





William Edward Parry: 
Entre la primera y la segunda expedición de Ross, otro navegante inglés intenta también hallar el ansiado paso. Es William Edward Parry, que ya había navegado con Ross en el Alexander



William Edward Parry

Su primer viaje se realiza en mayo de 1819  con dos barcos, el Hecla y el Griper, y se dirigen al canal de Lancaster. 


El Hecla.

Navega entre hielos por el canal del Prínce Regent, el estrecho de Barrow y finalmente llega a la isla de Melville, donde permanece bloqueado por los hielos durante ocho meses, con temperaturas de -30º.  Al no poder seguir, regresa a Londres en noviembre de 1820. 
Seis meses después, en mayo de 1821, William E. Parry emprende una nueva exploración con los barcos Hecla y Fury. En esta ocasión, se dirige más al sur y penetra por el estrecho de Hudson, y a través del mismo, al estrecho de Frozen hasta la península de Melville donde queda bloqueado por los hielos. Allí pasa dos inviernos.



El Fury.

Parry continua con su política de entretenimiento de la tripulación, realizando observaciones científicas y manteniendo un Teatro Real Ártico, que bien equipado con luces y vestuario, presenta un programa cada quincena. También establece una escuela en la que enseña a leer y a escribir a los miembros de la tripulación. Se ha mejorado el sistema de calefacción para evitar la acumulación de humedad en las cabinas y las tradicionales literas han sido sustituidas por hamacas para permitir una mayor circulación del aire. En esa invernada reciben a un grupo de esquimales que se han establecido cerca de los expedicionarios y mantienen una estrecha comunicación con ellos. Los inuit cuentan a Parry que existe un estrecho al norte de la isla Winter que permite llegar a aguas abiertas en el oeste. Su esperanza de encontrar el Paso del Noroeste crece.
Tras nueve largos meses, el 2 de julio de 1822 ambos barcos quedan libres. Siguiendo los consejos de los inuits, Parry se dirige a la entrada del estrecho que encuentra cerrado por el hielo. Hacen reconocimientos a pie aunque no logran encontrar mar abierto. De nuevo el invierno se les echa encima y deciden pasar su segunda invernada en la isla Igloolik, de nuevo acompañados por los inuit que también utilizan la isla como asentamiento de invierno.
Parry estudia este pueblo y escribe "Reseña de los esquimales de la península de Melville e islas cercanas y, mas en particular de la isla de invierno y de Igloolik".
Describe a los esquimales, tatuados desde niños, bebedores de agua nieve, cazadores de focas y comiendo carne de buey almizclero, siempre alegres y dichosos en el gran frío. Parry estudia su idea de la muerte y su manera de curar llorando todos junto al enfermo, en una región que "congela la genial corriente del alma".





"Las madres tienen la costumbre de alimentar a sus hijos pequeños de su propia boca, masticándoles la comida y volviendo luego la cabeza para que los niños que están en los capuchones, puedan colocar sus labios sobre los de ellas. Así les templan también el agua de beber, y a muchos padres les gusta tomar a sus hijos en las rodillas y darles de comer de ese modo".





"Al cumplir los ocho años, los niños son llevados por sus padres a la caza de focas, donde empiezan a aprender su futuro oficio, y ya en edad tan temprana suele confiárseles la conducción de un trineo con perros, hasta la aldea, en un recorrido de varias millas por el hielo".





"El hilo que utilizan es el nervio de reno (tooktoo ewalloo), o, cuando no pueden conseguirlo, el esófago de neitiek. Lo cortan en delgadas lonjas de diversos tamaños, según la naturaleza de su trabajo, y resulta ser un material admirable".
                                                               
                                                                  (William E. Parry)

El 9 de agosto de 1823 los buques vuelven a quedar libres y Parry hace un último intento de explorar el estrecho, pero nuevamente encuentra una sólida barrera de hielo.
Ante la inminente escasez de alimentos decide regresar a Inglaterra.
Parry lo vuelve a intentar en 1824. La tercera expedición dura 18 meses, y en esta pierde el Fury sin lograr encontrar el paso.

“Todas las provisiones del Fury hubo que dejarlas a bordo de esa nave o en tierra, pues el espacio libre que pudiéramos hallar en el Hecla era por entonces absolutamente necesario para alojar nuestra doble tripulación de oficiales y marineros, cuya limpieza y salud sólo podía mantenerse si se conservaban las cubiertas tan libres y bien ventiladas como lo permitiera nuestro reducido espacio. El punto donde fue abandonado el Fury es 72º 42´30´´ de latitud, la longitud por cronómetros es 91º 50´5´´, la inclinación de la aguja magnética 88º 19´ 22´´ , y la variación 129º 25´al Oeste. “


Abandono del Fury.

Esta expedición está escrita en el libro “Tercer viaje para el descubrimiento de un Paso por el Noroeste” y tiene el encanto de ser un relato directo. Hielos azulados, estrellas fugaces, auroras boreales, temporales, animales, ciervos, lobos ..., todo es apuntado en el cuaderno del explorador.

“En las últimas horas de la noche del 21 de diciembre, la aurora boreal se manifestó en diversas partes del cielo, al sur, durante varias horas. La luz era continua en casi toda la extensión del arco y alcanzaba varios grados de intensidad. De aquel arco se elevaban constantemente rayas verticales muy brillantes. A las cinco y media volvió a ponerse tan brillante que llamaba la atención y describió dos arcos que se extendían en una dirección de Este a Oeste, muy cerca del cenit, con brillantes derivaciones, pero todo desapareció gradualmente con el crepúsculo. Al caer aquella tarde, la aurora volvió a aparecer en el cuadrante Sur y siguió visible casi toda la noche, aunque sin ninguna característica especial.”






En mayo de 1827 realiza un nuevo viaje a los mares árticos, para el cuál zarpó en el Hecla. Esta vez su objetivo era alcanzar el Polo Norte en trineos por Spitzbergen, intento que resultó infructuoso. Logró sin embargo llegar a los 82º 45' de latitud Norte, pero debido al deshielo, se vio obligado a regresar. Llegó a Inglaterra en octubre.
Al regreso de la primera expedición William E. Parry fue recompensado con las cinco mil libras que el Parlamento había ofrecido al primer navegante que cruzara los 110º de longitud Oeste.



William E. Parry.

En 1852 fue ascendido a contraalmirante y al año siguiente nombrado gobernador del hospital de Greenwich, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1855.


John Franklin.
En 1845, sir John Franklin, un marino británico con brillante historial como navegante y explorador, trata de buscar un paso entre la península de Boothia al este de la isla de Melville. 


John Franklin.

Le acompañan dos expertos marinos: los capitanes Francis Crozier, James Fiztjames y 138 hombres a bordo de dos barcos preparados para este viaje: el Erebus y el Terror, con provisiones para tres años. Parten el 19 de mayo de 1845 y en el mismo mes del año siguiente, el comandante del Prince of Wales los avista a la entrada del estrecho de Lancaster, rodeados por los hielos. A partir de este momento, no se vuelve a tener noticias de la expedición.



El Erebus y el Terror entre los hielos.

Esta parece ser probablemente la derrota seguida por la expedición Franklin y su tripulación.


Derrota probable de Franklin.

El invierno de 1847 es extremadamente duro y en el verano siguiente no hay deshielo. El Erebus y el Terror son abandonados y los expedicionarios tienen que marchar a pie por las extensas planicies heladas.



John Franklin.

Franklin muere el 11 de junio de 1847. Parece que llega hasta el cabo Walker y se dirige al sur, por lo que hoy se conoce como canal de Franklin, alcanzando los 70º 05'N y 98º 23'W. Según algunos descubrió sin poder cruzarlo el Paso del Noroeste. 


El Terror atrapado por los hielos.

Con el tiempo se  envían varias expediciones de rescate. Algunas por parte del Almirantazgo, y otras son patrocinadas por su esposa.

La expedición de McClure.

Una de estas exploraciones de búsqueda es la de Robert McClure con el buque HMS Investigator y una tripulación de 60 hombres. 

Parten de Inglaterra en diciembre de 1849, navega por el océano Atlántico hasta el cabo de Hornos y entra en el océano Pacífico. Llega al Pacífico Norte y cruza el estrecho de Bering  hasta llegar a la isla Banks.
Cerca de allí el barco queda atrapado en el hielo durante tres inviernos.





McClure y su tripulación que ya estaban pasando grandes penalidades debidas a la escasez de comida, se encuentran con  miembros de otra expedición que buscaba a Franklin desde el este. Son expedicionarios del buque  de  Edward Belcher que han viajado en trineos sobre el hielo. La tripulación de McClure abandona el barco y regresa con ellos hasta otro de los buques que también estaba atrapado en el hielo cerca de la isla Melville. En abril de 1854 McClure y su tripulación fueron enviados por trineo a la isla Beechey, donde embarcaron en el North Star. Llegan a Inglaterra el 28 de septiembre de 1854, junto con el resto de las tripulaciones de Belcher, que en esa desastrosa expedición había perdido cuatro de sus cinco barcos. De esta manera se convierten en los primeros en descubrir y transitar el paso del Noroeste, aunque en parte lo hayan hecho en trineo. 

Tienen  que transcurrir muchos años hasta llegar al 2010, año que un grupo de arqueólogos canadienses encuentran el barco HMS Investigator abandonado en 1853 por la tripulación de McClure, hace más de 150 años.



HMS Investigator.


El barco se encuentra en aguas poco profundas cerca de la costa norte de la Isla de Banks en el Ártico occidental del Canadá. 
Marc-Andre Bernier, jefe de arqueología subacuática cuenta el hallazgo:
"El barco está en posición vertical en muy buenas condiciones. Está a unos 11 metros bajo el agua. Esto es definitivamente de la máxima importancia. Este es el barco que navegaba por el último tramo del Paso del Noroeste".


En 1854 entra en escena otro explorador John Rae.


John Rae.

John Rae busca en la costa este de la isla Beechey, y encuentra los primeros vestigios de la expedición Franklin incluyendo unas tumbas, treinta cadáveres y algunas pertenencias de los expedicionarios que están en poder de los inuits los cuales refirieren algunas historias sobre aquella expedición.





En 1859 se descubre una nota en la isla del Rey Guillermo que habían dejado allí con detalles sobre el destino de la expedición. 





La búsqueda de más vestigios de la expedición continúa infructuosamente durante décadas y aún sigue...



Ante las tumbas de la expedición Franklin.

En 1981, un equipo de científicos comienza una serie de estudios científicos de las tumbas, los cuerpos, y otras pruebas materiales dejadas por los miembros de la tripulación  en la islas de Beechey y del Rey Guillermo. Llegan a la conclusión de que los miembros de la tripulación han muerto probablemente de neumonía y tuberculosis, aunque también señalan la posibilidad de que hayan fallecido a causa de un envenenamiento por plomo, proveniente de las soldaduras de las latas de conservas. 



Cráneos de la tripulación Franklin.

También se sugiere que la causa principal no es la comida enlatada, sino las conducciones del sistema de agua potable de los barcos.
Se encuentran marcas de cortes en los huesos humanos hallados en la isla del Rey Guillermo, lo que hace sospechar evidencias de canibalismo.



Marcas probables de canibalismo.

Durante la expedición, el equipo visita un lugar, a un kilómetro al norte de la fosa común, donde examinan fragmentos de cientos de latas de conserva desechadas por los hombres de Franklin. Se observa que las costuras están mal soldadas con plomo, lo que probablemente hace que entre en contacto directo con los alimentos. La publicación de los hallazgos de la expedición de 1984 y la foto del cadáver de Torrington, que 138 años después de su muerte estaba muy bien conservado, hace crecer el interés por la expedición de Franklin.



John Torrington (1825-1846).

En 1986 se realiza una nueva investigación de las tumbas y descubren que alguien ha intentado exhumar el cadáver de Hartnell. En el esfuerzo, una piqueta ha dañado la tapa de madera del ataúd y que la placa ha desaparecido. La investigación posterior  pone de manifiesto que Sir Edward Belcher, comandante de una de las expediciones de rescate de Franklin, ha ordenado la exhumación de Hartnell en octubre de 1852, pero se ven frustrados por la capa de hielo en la superficie. 



John Hartnell (1820-1846).

Un mes más tarde, Edward A. Inglefield, comandante de otra expedición de rescate, vuelve a intentar la exhumación y elimina la placa del ataúd.
A diferencia de la tumba de Hartnell, la del soldado raso William Braine está completamente intacta.



William Braine (ca. 1813-1846)

Cuando es exhumado, el equipo de investigación observa que su entierro ha sido apresurado. Sus brazos, el cuerpo y la cabeza no ha sido cuidadosamente colocados en el ataúd, y le han puesto la camiseta al revés. El ataúd parece demasiado pequeño para él, la tapa incluso presiona su nariz. Una gran placa de cobre con su nombre y otros datos personales es clavada en la tapa.






La combinación de los resultados de todos los estudios realizados sugieren que la muerte de los miembros de la expedición es debida a la hipotermia, el hambre, el envenenamiento por plomo, el escorbuto, las enfermedades y a la exposición a un ambiente hostil para el que carecen de ropa adecuada, y todo ello acompañado por una mala nutrición y falta de alimentos.
Véase esta exhumación:




Hasta aquí esta breve reseña histórica sobre las exploraciones inglesas para el descubrimiento de tan ignoto Paso. En la actualidad este Paso puede motivar una serie de conflictos a nivel internacional.





Desgraciadamente como anuncian los científicos, el Ártico perderá buena parte de su hielo en unos pocos años.
Esto ha despertado el interés de las grandes potencias Rusia, China, EEUU y la UE, ya que al control del tráfico marítimo se une la posibilidad de explotar sus recursos naturales (un 25% de las reservas de petróleo y gas, así como níquel, plomo, estaño, manganeso, oro y platino) hasta ahora inaccesibles y ocultas bajo la capa de hielo del Océano Ártico.






A estos recursos hay que añadir la lucha por el monopolio de la explotación pesquera.
Hay dos pasos, el del Noreste (no navegable), y el del Noroeste, que se abrió durante unos meses por primera vez en 2007. Los investigadores calculan que los barcos podrían utilizar este último paso todo el año a partir de 2050 por el cambio climático.





El uso de rutas más cortas se traduciría en cientos de millones de ahorro para las compañías navieras de transporte.
A pesar de todo, desde aquí esperamos y deseamos ardientemente que este Paso nunca pueda ser una realidad. Ojalá el clima se recrudezca y las grandes masas de hielo cierren de nuevo la puerta a esta gran especulación, para que no se consigan estos maquiavélicos objetivos comerciales y políticos.
¡La Tierra como ha sido siempre!.

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